Bienvenidos a Armadillos Voladores

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¡Feliz lectura!


jueves, 30 de junio de 2022

Claves para reconocer un libro-álbum






¿En qué se diferencia un libro-álbum de un libro ilustrado? En esta entrada daré algunas claves para entender mejor de qué se trata el libro-álbum, un género único, donde la palabra y la imagen crean un vínculo esencial para narrar una historia.


¿Un libro-álbum o un libro ilustrado?

Es muy común que en un libro ilustrado las imágenes ocupen un lugar destacado en el diseño. En ocasiones éstas no solo embellecen el libro, también contribuyen a que la historia sea más clara o atractiva para los lectores. Sin embargo, las ilustraciones, que en algunos casos pueden ocupar toda una página, no necesariamente convierten a un libro en un libro-álbum.

Tampoco podríamos afirmar que es la cantidad de páginas, el formato, la calidad del papel, el tipo de encuadernación o la edición -que puede ser más fina por sus materiales e impresión que la de algunos libros de bolsillo. Es decir, el aspecto físico o material de un libro no es un parámetro definitivo que sirva para reconocer un libro-álbum.

En un libro-álbum las imágenes ocupan un espacio importante donde pareciera, a primera vista, que el texto está supeditado a lo visual. Pero lo que distingue al libro-álbum es, en realidad, la compleja relación que se establece entre las imágenes y las palabras.

Mientras que en un libro ilustrado el texto puede leerse sin necesidad de tener imágenes, en un libro-álbum las palabras no sobreviven por sí solas, necesitan de las imágenes y viceversa. Esto quiere decir que se forma un vínculo entre ambos medios (el visual y el verbal), y juntos funcionan como una totalidad para construir el significado de la historia.

Veamos el siguiente ejemplo. Se trata de un fragmento del libro Terrible, de Alain Serres e ilustrado por Bruno Heitz.



El aspecto físico del libro podría hacernos pensar que estamos ante un libro-álbum: tapa dura, ilustraciones a todo color que tienen un amplio despliegue, poco texto y no más de 32 páginas. Así comienza la historia:

“Terrible era un lobo negro que atemorizaba a los todos los niños y, también, a todos los demás lobos.

Terrible aterrorizaba al lobo cartero cuando le llevaba algún paquete, al lobo médico cuando le curaba, y hasta a los lobos policía, que no le tenían miedo a nadie. Asustaba, incluso, a los monstruos más espantosos de la oscuridad.”




Las imágenes nos muestran una visión específica de lo que nos cuentan las palabras; es decir, nos proporcionan una idea de los personajes y del ambiente de la historia. Pero si llegásemos a quitar las imágenes, la historia aún podría entenderse sin dificultad y cobrar vida en nuestra imaginación. En un libro ilustrado, las palabras pueden prescindir de las ilustraciones y su sentido no queda incompleto. En el caso del libro-álbum, la relación entre imágenes y palabras es mucho más compleja.

Veamos este otro ejemplo; es un fragmento de Beegu de Alexis Decon.

        “Se supone que Beegu no debía estar aquí.

          Estaba perdida.

          Nadie parecía entenderla.

          Algunos ni siquiera se detenían a escuchar.”


El lector puede sentirse confundido con solo leer el texto. Para empezar, ¿quién es Beegu? ¿Es una mascota? ¿Una niña, quizá? Surgen muchas preguntas: ¿a qué se refiere con “aquí”? No es un lugar preciso. ¿Por qué razón no la entienden, ni la escuchan? Al menos sabemos que el personaje es femenino.

Pero una vez que comenzamos a leer el libro en su totalidad, incluyendo las imágenes, nuestra apreciación de la historia se vuelve muy distinta.

Ya, desde la misma portada, tenemos expectativas sobre la palabra Beegu, que bien puede tratarse del personaje solitario (similar a un conejo o a un peluche amarillo, no lo sabemos todavía), que está ubicado frente a un fondo urbano y bajo un cielo que evoca cierta nostalgia.



Luego, la primera imagen que descubrimos al interior del libro es una página doble con puntos blancos en un fondo negro. Tal vez sean focos de luz o un cielo estrellado. A través de lo visual, empezamos a reunir más pistas.

Al girar la página encontramos comentarios de la prensa acerca del libro, a la izquierda, y de nuevo el título del libro, el nombre del autor/ilustrador y la editorial, a la derecha (ver imagen abajo). Aunque hay abundante texto, éste no tiene que ver todavía con la historia propiamente dicha (lo que se conoce como paratexto). Sin embargo, la imagen de fondo empieza a contarnos la historia mucho antes de que comience el texto citado arriba.



Con esta imagen inicial, descubrimos que una nave espacial ha caído, en medio de la noche, en un lugar que puede ser nuestro planeta, y el extraño ser de la portada yace en el suelo con los ojos cerrados, posiblemente, dormido. Así que cuando inician las palabras, en la siguiente página, ya tenemos información acerca de la apariencia del personaje, su situación y el ambiente de la historia.


Ahora las palabras que aparecen en esta página se hacen más comprensibles: “Se supone que Beegu no debía estar aquí. Estaba perdida.”

Los lectores pueden concluir que Beegu es una extraterrestre que ha sobrevivido a un accidente en la Tierra. En las páginas siguientes vemos que ella trata de comunicarse con otros seres en su propio idioma, con animales e, incluso, con elementos naturales como el viento; y, al no obtener respuesta, se torna un personaje al margen, que no consigue entenderse con los demás (tema esencial del libro).

No me extenderé en un análisis detallado de Beegu, solo quiero enfatizar que en un libro-álbum, el texto, leído sin las imágenes, resulta ambiguo para el lector. Y las imágenes, por sí solas, tampoco logran ser del todo comprensibles.

En un libro-álbum se da un curioso proceso de interacción entre imagen y palabra. David Lewis, teórico del libro-álbum, lo describe de manera esclarecedora: “leemos las imágenes a través de las palabras y las palabras a través de las imágenes.” En consecuencia, nos remitimos a unas y a otras, las veces que sea necesario, para recomponer lo que sucede en cada página. En el libro-álbum, palabras e imágenes forman una unidad que construyen significado.


La relación entre imágenes y palabras

Por otro lado, cabe anotar que en el libro-álbum las relaciones entre imágenes y palabras pueden ser muy variadas y complejas. 

A veces las imágenes economizan el mensaje verbal, y evitan el exceso de descripciones. Las imágenes pueden hacer que cada palabra cuente, que sea efectiva, y no se caiga en la redundancia.

Otras veces, son las palabras las que dirigen la mirada del lector hacia un elemento específico, resaltan algún detalle, clarifican una imagen o conectan varias imágenes entre sí.

Entre las palabras y las imágenes puede darse una relación de correspondencia, pero también puede darse una relación irónica, donde se transmiten mensajes contradictorios o, incluso, se cuenta una historia completamente distinta.

Por ejemplo, en Olivia salva el circo, de Ian Falconer, por momentos hay una correspondencia entre palabras e imágenes. Vemos a Olivia sirviendo a sus dos hermanos de forma muy eficiente. El texto nos dice:

"Antes de ir a la escuela, Olivia hace pancakes para su nuevo hermanito menor, William, y para su viejo hermanito menor, Ian.”



Pero en la imagen siguiente se establece una relación irónica entre palabras-imágenes, provocando un efecto cómico. Ahora el texto agrega: “Lo cual es una gran ayuda para su mamá.”



En la ilustración que acompaña esta frase, el personaje se aleja del lugar indiferente del estado en que ha dejado todo: regueros de masa, utensilios sucios y abandonados, cerros de platos... El lector comprueba que la “gran ayuda” de Olivia significa dejar la cocina en un terrible desorden y no tener hacerse cargo de la limpieza.

Las múltiples relaciones entre el lenguaje visual y verbal son lo que hacen al libro-álbum un medio tan interesante para los escritores e ilustradores, ya que permiten buscar y experimentar con nuevas formas de narrar una historia.



Por mencionar un ejemplo, tenemos el libro de David Weisner: Martes. Un libro que tiene tan poco texto, que da la impresión que podríamos prescindir de él. Estas son las palabras:


        “MARTES POR LA TARDE, ALREDEDOR DE LAS OCHO.

        11:21 P.M.

        4:38 A.M.

        MARTES SIGUIENTE, 7:58 P.M.”


Son apenas 16 palabras y estaremos de acuerdo en que este texto no constituye una historia, ni nada que se le parezca. Pero al leer las imágenes, unidas al texto, todo cambia. Las imágenes nos narran una historia fantástica que involucra a las ranas de un estanque que, de forma inesperada, se elevan por los aires sobre las hojas de nenúfares. Acompañamos a las ranas en su vuelo nocturno, alejándose del campo y adentrándose en un pueblo cercano.



Es una historia donde predomina el lenguaje visual que, en algunos momentos, por la división de viñetas y los encuadres, nos recuerda al cómic o el cine. 

Martes podría considerarse un libro donde las palabras sobran, pero no es así. En este caso las palabras son económicas, pero sustanciales; son las que dan el tono con que se cuenta la historia y también establecen un eje para los acontecimientos. 

Además, las mayúsculas sostenidas son una decisión deliberada. Por el tono impersonal y la exactitud que nos indican las horas señaladas, nos recuerdan más a un informe o algún tipo de registro objetivo. Dan la impresión de quien narra la historia va reuniendo hechos precisos, como el momento exacto en que las ranas tienen encuentros con otros personajes y posibles testigos.

Hacia el final del libro vemos que la policía, al día siguiente, está investigando el extraño suceso de las ranas voladoras y los medios entrevistan a uno de los testigos. Esto nos lleva a pensar que el texto, en efecto, se asemeja a un informe policial, donde las pistas más importantes las tiene el lector a través de las imágenes.



No arruinaré el final de Martes, porque aún aguarda una sorpresa adicional a los lectores. Más bien los invito a leerlo y releerlo, porque es un libro lleno de detalles, y además con cada lectura se hacen nuevos descubrimientos e interpretaciones.


Para terminar

Resulta una tarea imposible abordar todos los aspectos de un libro-álbum en una sola entrada. Solo resta decir que, en la actualidad, el libro álbum se considera un medio fértil y en expansión, propicio para la exploración artística. Tiende a escapar a las definiciones absolutas y a las reglas porque siempre está abierto a distintas propuestas por parte de ilustradores y escritores.

Tampoco podemos decir que son las temáticas las que definen al libro-álbum. El tipo de historias, géneros o temas que se abordan en estos libros son tan variados como la literatura misma. Desde historias fantásticas, pasando por tratamientos más realistas, re-elaboraciones de temas tradicionales, rimas y juegos de palabras, anécdotas y humor, etc., el libro-álbum no está confinado a estructuras establecidas y emplea variedad de formas narrativas y registros. Algunos de sus textos (como en el ejemplo de Martes) podrían estar muy lejos de llamarse literarios.

Para entender un libro-álbum se necesita leer y observar de manera muy atenta. Los adultos pueden encontrar ciertos retos para desentrañar una historia, y también pueden ayudar a los niños a mejorar en la interpretación tanto de las imágenes como del texto. Al mismo tiempo, los niños aportan una mirada fresca sobre la lectura de las imágenes o desafían lo que creemos saber de antemano.

En palabras del ilustrador David McKee: “los libros-álbum son los mejores para que niños y adultos compartan”. Así, estos libros son valiosos tanto para los lectores principiantes, como para aquellos más experimentados.